viernes, 20 de enero de 2012

A 70 años de la "solución final", ¿la única?

Los documentos. El horror no obviaba la burocracia. La ficha de detención de Vicent Adrien Mazan, nacido en Buenos Aires en 1905 y enviado a Auschwitz, donde murió.  Foto: Archivo




Al menos 58 latinoamericanos fallecieron en los campos de concentración, según reveló el diario a.m. de León, México, en una investigación que publicó a fines de 2010 y que LA NACION (ARG) tomó como base para su propia búsqueda de información. La Argentina acaparó la peor parte, con 23 víctimas, según los registros que detalló el premiado trabajo del periodista Raúl Olmos, aunque incluyó a una víctima, Augusto Marcial Grolaud, que era francés, y omitió al argentino Francisco Gompers, según verificó La Nacion, tras consultar numerosos registros europeos, el Museo del Holocausto y la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). La cifra, sin embargo, podría resultar aún más elevada, ya que muchas víctimas eran hijos de inmigrantes y, por tanto, gozaban de la doble ciudadanía, por lo que pudieron ser registradas al ingresar en los campos por su otra nacionalidad.


Junto a los 13 argentinos figuran 11 brasileños, 9 chilenos, 5 mexicanos, 4 peruanos, 3 cubanos, 1 haitiano, 1 salvadoreño y 1 venezolano. Como comparación, Estados Unidos -con la segunda comunidad judía más grande del mundo detrás de Israel- sufrió la muerte de 31 nacionales.


Sin dudas es un hecho lamentable y terrible que tenemos que continuar repudiando, pero también debemos verlo como una señal de alerta y reflexión al respecto de las "otras" soluciones finales a las que nos enfrentamos y no reparamos suficientemente atención.


Según Wikipedia, lSolución final, también conocida como Solución final al problema judío (Endlösung der Judenfrage, en alemán), es el nombre del plan de la Alemania nazi para ejecutar el genocidio sistemático de la población judía europea durante la Segunda Guerra Mundial. Su puesta en práctica, conocida posteriormente como Holocausto o Shoah, supuso la deportación sistemática y exterminio posterior de toda persona clasificada como étnicamente judía, con independencia de su religión. El término fue acuñado por Adolf Eichmann, un funcionario nazi que supervisó en primera instancia la campaña, a la que antes se denominaba reinstalación.


Pareciera más fácil mantener en la memoria y el recuerdo a este hecho en manos de los Nazis que ya no están. Y es importante hacerlo. Pero, si bien no se trata de la búsqueda de exterminio genocida tan promocionada por Hollywood de ningún grupo en particular, también se debe mantener la memoria de la masacre de comunidades indígenas y grupos originarios en zonas de explotación petrolera de Brasil o Noroeste de África hasta la década del 80, la limpieza armenia de principio del siglo XX, las masacres religiosas que riegan aun toda África, el acorralamiento y expulsión de sus territorios a las etnias guaraníes durante el Gobierno de Stroessner en Paraguay o las recientes esterilizaciones masivas de Perú por las cuales se busca enjuiciar a Fujimori y los diamantes de sangre que enlutan a Sierra Leona por medio del trabajo esclavo a grupos sociales que se consideran de segunda.


Cuestionar, perseguir, denunciar y buscar la justicia frente a estos hechos es el motivo principal para la existencia de la Corte Penal Internacional, y la razón para apoyar su existencia.


Apoyá a la Corte Penal Internacional para que no existan más soluciones finales:








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