Por Josefina Salomón. Desde Londres para La Nación de Argentina
Melisa es una madre soltera. Desde hace años, está obligada a compartir la única cama que tiene en el living con su hijo más pequeño. Sus otros tres niños duermen en una habitación ínfima, la única del departamento. Hasta hace poco, no tenían ni camas.
A veces, Melisa tiene que elegir entre calentar la comida o prender la calefacción, aunque afuera haga varios grados bajo cero. El dinero no alcanza para pagar el gas para ambos. Aunque el nombre es ficticio, la historia es real y proviene de Londres, una de las capitales más ricas del planeta.
Los números cuentan la otra parte de la historia: un informe publicado por las Naciones Unidas a fin de 2010 ubicó a Gran Bretaña en el segundo puesto entre los países más desiguales de Europa, sólo detrás de Portugal.
El informe, Indice de Desarrollo Humano, que evalúa niveles de ingreso, educación y salud para establecer progresos y desigualdades en todos los países del mundo, señala además que Gran Bretaña bajó al puesto 26 en el ranking mundial en los últimos cinco años. Alemania se ubicó en el puesto número 10; Francia en el 14, y otros, incluyendo a Grecia, España e Irlanda, obtuvieron todos mejores resultados que Gran Bretaña.
Coincide con este trabajo un estudio hecho recientemente por la Universidad de Sheffield -una de las más prestigiosas del país-, según el cual Gran Bretaña, la sexta economía más próspera del planeta, es la nación más desigual de Europa.
Más de 13 millones de personas viven bajo la línea de pobreza, y uno de cada cinco adultos y uno de cada cuatro niños no generan el dinero suficiente para pagar un techo, comida y calefacción.
La gran mayoría de los pobres de este rincón del Primer Mundo son niños, mujeres y miembros de minorías étnicas, y muchos viven en Londres, donde el 20% de las personas cuentan con el 60% de la riqueza. En la ciudad del Big Ben y la que será hogar de los próximos Juegos Olímpicos, el 10% más rico de los ciudadanos tiene 273 veces más que el 10% más pobre.
Lea la nota completa en: Londres Crónico
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